02 febrero 2014

Solo los muertos (2008). Alexis Ravelo

Eladio Monroy es un tipo que cae bien, aunque sabemos que tiene sus cosillas. La mala leche, por ejemplo. O la costumbre de tomarse la justicia por sí mismo en ocasiones. Pero es un tipo honesto, y eso se nota. Así que cuando algo le huele mal, a nosotros también nos apesta. Por eso, cuando empieza a investigar a un ejecutivo de la Península que ha decidido dejarlo todo para instalarse en Canarias con su novio sabemos que algo va a ir mal, muy mal.

Monroy es uno de esos detectives no detectives tan tradicionales de la novela negra: hombres duros que esconden su sensibilidad bajo una tonelada de sarcasmo. Hombres de principios, recios, capaces de conmoverse con un perrito abandonado pero incapaces de sentir piedad mientras acojonan al novio maltratador de la hija de uno de sus mejores amigos. Ese es Monroy, y por eso nos gusta.

En la segunda entrega de sus aventuras, Eladio Monroy nos lleva de nuevo a recorrer su isla (al narrador se le escapa el amor por su tierra sin poder remediarlo) con una trama, que, de manera parecida a lo que sucede en la primera novela de la serie, Tres funerales para Eladio Monroy, tiene una primera parte de despiste para lanzarse a la yugular del lector en la segunda. En esta novela entre los actores aparecen de nuevo la ambición y la codicia, en esta ocasión en forma de fraude farmacéutico, hecho que da pie al autor para posicionarse moralmente junto a su personaje. Ravelo nos permite conocer mejor a Eladio en esta segunda novela, lo desinhibe mucho con su amante, Gloria, nos muestra mucho más de sus relaciones con sus colegas, como El Chapi...  En fin, ¿qué puedo decir? Que esta noche empezaré a leer Los tipos duros no leen poesía :).

Sobre el autor: Alexis Ravelo.



La noche de piedra (La iniquidad I) (2007). Alexis Ravelo.

Todavía tengo en el paladar el sabor metálico de toda la sangre que se vierte en La noche de piedra, muy bien matizada con ese subtítulo de La iniquidad, la serie que el escritor canario Alexis Ravelo dedica a desentrañar lo peor de la naturaleza humana. No hay, en La noche de piedra, tanto humor negro como el que derrocha el protagonista favorito de Ravelo, Eladio Monroy (protagonista de muchas de sus novelas). Se le escapa al narrador, se le cuela entre las líneas de esta novela salvaje, pero se nota que ha intentado mantenerlo a raya para que el brutal desenlace de la trama no pierda ni un gramo de su desgarro.

El primer chiste negro está en el prólogo de la obra, donde Ravelo nos habla de los hechos reales en los que se basa la novela, un supuesto crimen múltiple en la localidad canaria de San Expósito. Su imaginación no precisa hechos reales para llevarnos de buceo por lo peor de nosotros mismos. Porque yo siempre he creído que quienes amamos la novela negra somos conscientes de que esos monstruos de los que se nutre el género viven dentro de nosotros, solo que guardados a buen recaudo. De hecho, solo me fío ya de la gente que sabe que tiene a sus monstruos encerrados, y desconfío cada vez más de quienes pretenden no tenerlos, ni encerrados ni libres. Esos monstruos, ese horror velado, tienen muchos nombres en esta novela. Y lo peor es que a algunos los conocemos, hasta podríamos ser nosotros mismos en otras circunstancias.

Quizá el segundo chiste negro es el título, un verso de Neruda que parece fuera de lugar en una trama oscura... pero Neruda siempre me ha gustado porque su oscuridad asomaba a sus versos, aun sin él quererlo. Esa noche de piedra, esa losa de horror que el narrador va dejando caer sobre el lector, página a página, es mayor de lo que nadie puede prever cuando comienza a leer esta inteligente novela.

No puedo ahondar demasiado en la trama sin desvelarla, ni hablar de los personajes sin que se me escape entre las teclas una pista de la oscuridad que esconden absolutamente todos. Pero sí puedo terminar hablando del personaje que más me ha gustado de todos: San Expósito, esa asfixiante localidad canaria que, para mí, ha sido durante toda la novela un decorado en blanco y negro de una película negra de los 50.

Sobre el autor: Alexis Ravelo

20 diciembre 2013

Tres funerales para Eladio Monroy (2006). Alexis Ravelo.

Eladio Monroy es el paradigma de protagonista de novela negra: un tipo duro, pero con un corazón enorme; parco en palabras, pero contundente cuando se decide a hablar; solitario, aunque tentado por un amor de madurez; y, sobre todo, listo, muy listo.

Me habían hablado mucho de Alexis Ravelo, uno de los pocos autores españoles de novela negra que me habían recomendado. Y la verdad, me alegro de haber hecho caso a los consejos, pues me lo he pasado en grande leyendo esta entretenidísima novela. 

Ravelo bebe directamente de las mejores fuentes del género, se nota. Su estilo narrativo está plagado de guiños, de recuerdos, de destellos que nos trasladan a historias de otra época, pese a ubicar a su protagonista en Las Palmas de Gran Canaria y en una época actual. Es tan fácil dejarse llevar e imaginarse a Eladio Monroy con traje y sombrero, bajando de un auto de los 50 con ese estilo de gángster de buen corazón que todos los amantes del género negro llevamos tatuado en los genes...  Pero Monroy es moderno, tanto que un DVD lo va a meter en un buen lío, y hasta aquí puedo leer.

Ravelo desarrolla de forma atípica la trama de esta novela: nos distrae con una primera parte introductoria en la que nos va mostrando cómo es el personaje para ir centrando la acción lentamente. Intenta que el lector siga el paso de Monroy, pero lo cierto es que el protagonista nos gana la carrera muchas veces. Y después te das cuenta de las pistas tan claras que te ha dejado para que te adelantaras a él... pero no las seguiste todas (alguna sí, eh? jejeje). 

En definitiva, una novela que se lee rápidamente, entretenida y con un personaje que me ha gustado, por lo que ya he empezado la segunda parte de sus aventuras. 

Más sobre el autor, Alexis Ravelo.

10 diciembre 2013

Prótesis (1980). Andreu Martín.

Subidón. Es la palabra que se me vino a la mente al terminar de leer Prótesis, una novela que ha puesto rostro por fin en mi imaginación a una palabra, hampa, que me ha trasladado siempre a una España antigua, dura, de ladrones de traje y violencia sin escrúpulos. Esta novela de Martín es pura novela negra, despiadada, trazada con maestría entrelazando el odio entre dos personajes, el policía hijo de puta y el hijo de puta a secas. Qué despliegue brutal de recursos para dotar a estos personajes de un alma negrísima, dejándolos sin opciones de misericordia. Me gusta Martín: no nos hace creer en la redención. Nos arrastra con sus personajes hacia la violencia estremecedora de una vendetta que acongoja. El Dientes, o el Migue, contra el Gallego... rodeados por la Nena y esa galería de gente del hampa, matones de poca monta que van hilando una historia siniestra, en la que nadie sale bien parado. La escena final es tan brutal que es un alivio, de verdad, pasar la última página de esta novela y dejar atrás a esa recua de personajes detestables, que huelen a sucio desde cada letra de la novela. Lo malo es que se te quedan enganchados... quieras o no quieras. 

Más información sobre el autor, aquí

02 noviembre 2013

"Estudio en escarlata" (1887). Arthur Conan Doyle

Tenía yo 20 o 21 años, estaba haciendo prácticas en la delegación de Vigo de La Voz de Galicia y me enviaron a casa del escritor gallego Carlos Casares a hacerle una entrevista. En su inmensa biblioteca había un lugar de honor para las obras de Arthur Conan Doyle. Yo no había leído ninguna novela de Sherlock Homes, pero tocando aquellas primeras ediciones de las obras del británico sentí un escalofrío (siempre me he preguntado qué habrá pasado con ellas tras la muerte del escritor, espero que estén en manos de alguien que sienta ese mismo escalofrío). Pocos meses después ya había leído todas las novelas del detective más famoso de todos los tiempos.

Estudio en escarlata es quizá a la que le tengo más cariño, por ser la primera que leí, y la primera de la serie de Holmes. Descubrir a ese personaje excéntrico, maravilloso, con esas dotes de deducción que parecen sobrenaturales hasta que sus explicaciones, llenas de lógica, te dejan con cara de tonto, fue una experiencia alucinante.

En esta novela Doyle ejecuta con maestría todas las claves de lo que luego será el desarrollo típico de las novelas del detective: a una o varias muertes inverosímiles las sigue una anodina investigación policial que no va a ningún lado hasta que Holmes interviene, casi siempre citado a regañadientes por uno de los policías (Lestrade, normalmente). Con sus misterios, Holmes resuelve el caso siempre con una teatralidad encantadora, que suele incluir una historia del pasado que explica las muertes del presente.

En Estudio en escaralata las muertes son suicidios, o aparentes suicidios, y el asesino, un justiciero vengador con un plan muy bien trazado. Hay escenas de la novela increíbles, como Holmes persiguiendo al asesino en el coche de caballos, y, sobre todo, el encuentro con John Watson, el personaje que intenta poner cordura a las excentricidades de Holmes... aunque temine siempre siguiendo entusiasta al investigador. 

Su autor, sin embargo, no era un gran fan de Holmes, del que terminó cansándose y matándolo en El problema final... aunque la reacción de los fans le llevó a resucitarlo en La casa vacía y en otra de mis favoritas, El sabueso de los Basckerville, aunque la acción transcurría antes de la muerte de Holmes.




29 abril 2013

El gato negro (1843). Edgar Allan Poe



De plena actualidad gracias a la serie The Following, la obra de Edgar Allan Poe corre el peligro de quedarse en el imaginario popular actual como la de un autor satánico, lleno de ira y muerte, críptico y demente. Nada más lejos de la realidad. Poe, un maestro del relato corto profundamente influenciado por la novela gótica, estilo que  renovó por completo, tuvo una vida difícil marcada por la muerte de las dos mujeres de su vida (su madre y su esposa), y esas tragedias marcaron sin duda su obra. Su  oscura imaginación nos ha dejado algunas de las historias de terror más brillantes que se han escrito, y una de mis favoritas es El gato negro. El duelo mental del asesino de este relato me recuerda mucho, salvando las distancias del estilo, al del Raskólnikov de Dostoievsky, aunque los motivos que guían a ambos protagonistas sean completamente distintos: la demencia, en el relato de Poe, y un distorsionado aunque elevado sentido de la justicia, en la novela del ruso.

La trama de El gato negro, aparentemente sencilla, se retuerce de tal forma en las pocas páginas que dura el relato, dirigida por la presencia de ese gato que pone cuerpo a la locura del narrador, que el final supone casi un alivio, para él y para nosotros. La historia, narrada en primera persona, es sobrecogedora pero el narrador la despoja de dramatismo, justificando sus actos, sus locuras, a través de palabras repletas de aparente lógica. Es quizá este juego entre la realidad y la realidad de la mente del protagonista lo más aterrador de esta narración, una obra maestra del relato de terror.

Autor: Edgar Allan Poe (Boston, 1809-Baltimore, 1849)

17 septiembre 2012

Anna Karenina (1877). León Tolstói


Anna Karenina es un círculo perfecto, una novela redonda en la que el principio nos dibuja el final, casi sin que nos demos cuenta. La historia de amor de Anna y Vronski, aunque centra la historia, no deja de ser solo una parte de la trama de este fabuloso fresco de la sociedad rusa del XIX. Tolstói crea un entramado, una red de personajes relacionados todos entre sí, aun de forma tangencial, para tejer una novela apabullante, una obra maestra, como la definió Dostoievski, en la que la moral, la doble moral, es la verdadera protagonista. Es la moral la que empuja al marido de Anna a preferir mantener las apariencias a dejarla marchar, obligándola a languidecer en una prisión sin cadenas. Es la moral, también, la que lleva a Ana a enfermar tras dar a luz a su hija, y a arrepentirse dolorosamente de su relación con Vronski. Es la moral, finalmente, la que le impide ser feliz con su amante, arrojándola al impresionante final de la  novela. Puede que nos cueste ponernos en la piel de Anna durante las primeras páginas; la moral de nuestra sociedad ha evolucionado. Pero no nos engañemos: sigue aprisionándonos con cadenas invisibles, tal y como le sucedió a la Karenina, aunque las convenciones sociales hayan cambiado. Quizá el mejor ejemplo de que Tolstói sabía que las sociedades se mueven y evolucionan es Levin, el personaje más luminoso de la novela, siempre encallado en su moral, anclada en las creencias de que la clase dominante es superior a la clase obrera, pero siendo consciente, en el fondo de su mente, de que  es una gran mentira. Sus tardes participando en la siega le llenan de felicidad, pero le molesta sentirse tan libre rodeado de campesinos. Él lucha contra sus propias ataduras, como hace Anna, pero a él, que es un hombre,  le cuesta menos trabajo desatarse.     

Autor (Wikipedia) Liev Nikoláievich Tolstói, conocido como León Tolstói (Yásnaya Poliana, 28 de agostojul.9 de septiembre de 1828greg. - Astápovo, en la actualidadLev Tolstóiprovincia de Lípetsk, 7 de noviembrejul.20 de noviembre de 1910greg.) fue un novelista ruso ampliamente considerado como uno de los más grandes escritores de occidente y de la literatura mundial.1 Sus más famosas obras son Guerra y Paz y Anna Karénina, y son tenidas como la cúspide del realismo. Sus ideas sobre la «no violencia activa», expresadas en libros como El reino de Dios está en vosotros tuvieron un profundo impacto en grandes personajes como Gandhi y Martin Luther King.