29 abril 2013

El gato negro (1843). Edgar Allan Poe



De plena actualidad gracias a la serie The Following, la obra de Edgar Allan Poe corre el peligro de quedarse en el imaginario popular actual como la de un autor satánico, lleno de ira y muerte, críptico y demente. Nada más lejos de la realidad. Poe, un maestro del relato corto profundamente influenciado por la novela gótica, estilo que  renovó por completo, tuvo una vida difícil marcada por la muerte de las dos mujeres de su vida (su madre y su esposa), y esas tragedias marcaron sin duda su obra. Su  oscura imaginación nos ha dejado algunas de las historias de terror más brillantes que se han escrito, y una de mis favoritas es El gato negro. El duelo mental del asesino de este relato me recuerda mucho, salvando las distancias del estilo, al del Raskólnikov de Dostoievsky, aunque los motivos que guían a ambos protagonistas sean completamente distintos: la demencia, en el relato de Poe, y un distorsionado aunque elevado sentido de la justicia, en la novela del ruso.

La trama de El gato negro, aparentemente sencilla, se retuerce de tal forma en las pocas páginas que dura el relato, dirigida por la presencia de ese gato que pone cuerpo a la locura del narrador, que el final supone casi un alivio, para él y para nosotros. La historia, narrada en primera persona, es sobrecogedora pero el narrador la despoja de dramatismo, justificando sus actos, sus locuras, a través de palabras repletas de aparente lógica. Es quizá este juego entre la realidad y la realidad de la mente del protagonista lo más aterrador de esta narración, una obra maestra del relato de terror.

Autor: Edgar Allan Poe (Boston, 1809-Baltimore, 1849)

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